Llega un momento en la mayoria (o casi todos) nos reclaman a nosotros los papas tener una mascota en casa necesitan saber que se siente tener un animal de carne y hueso.
Los niños que crecen con animales encuentran en esta relación importantes beneficios emocionales y sociales. Pero para que esta interacción sea verdaderamente saludable hay que tener en cuenta ciertas precauciones.
Fabrizio, de 3 años, se trepó al lomo de princesa, la mascota de la familia, que estaba echada en el patio. Le agarró las orejas, después lo abrazó fuertemente y le dio un beso.
En hogares con "tradición mascotera", esta escena seguramente causará ternura y aprobación. Pero en familias que no están acostumbradas a convivir con animales, la misma imagen seguramente provocará preocupación, alarma y hasta rechazo. Independientemente de las preferencias personales, ¿qué beneficios trae para el bebé la relación con los animales? ¿Qué precauciones hay que tomar frente a esta interacción?
Los niños que crecen con mascotas encuentran en esta relación grandes beneficios emocionales y sociales. Los especialistas de la American Academy of Child and Adolescent Psychiatry (AACAP) , puntualizan: “Un niño que aprende a cuidar de un animal y a tratarlo con cariño y con paciencia adquiere un adiestramiento invaluable de aprendizaje en cuanto a tratar a las personas de igual manera”. Si bien hasta entrada la adolescencia un niño no puede ser responsable de la mascota, sí puede –desde sus primeros años– participar en las tareas relacionadas con su cuidado. ¿Qué vínculo puede tener un bebé de 12 a 24 meses con la mascota de la familia? Principalmente, una relación de juego. Pero es importante, hasta que el niño cumpla los 5 años, que siempre que esté con al animal haya un adulto mirando.
Siguiendo con las ventajas de estas relaciones, la AACAP explica: “Los niños que se crían junto a animales domésticos muestran muchos beneficios. El desarrollar sentimientos positivos hacia el animal puede contribuir a la autoestima y la autoconfianza del niño. Las relaciones positivas con los animales pueden ayudar en el desarrollo de relaciones de confianza en otros, la comunicación no verbal, la compasión y la empatía”.
Sin embargo, la base para gozar de estos beneficios emocionales debe ser una adecuada higiene y el control sanitario de la mascota. El doctor Osvaldo F. Teglia, del servicio de Infectología del Hospital Universitario Austral , resume: “Existen más de 175 enfermedades infecciosas denominadas zoonosis. Los animales domésticos son responsables de por lo menos treinta de ellas. Especialmente perros y gatos actúan como "carriers" (portadores) de muchos microorganismos, afectando específicamente a niños que pueden contraer estas enfermedades durante sus juegos. Tienen diferentes vías de contagio, siendo la vía fecal-oral la de mayor importancia”.
La mascota de la familia debe estar desparasitada y debe cumplir adecuadamente con sus calendarios de vacunación. En cuanto a la higiene sanitaria, es importante recordar que todos los fluidos del animal son transmisores de parásitos, razón por la cual los excrementos deben ser limpiados de inmediato. De la misma manera, es importante lavarse las manos después de realizar las tareas de cuidado del animal –alimentación, limpieza de la casita o la canasta, baño, etcétera– y siempre antes de comer o cocinar.
Aseguradas estas medidas de higiene y sanidad, el bebé encontrará en la mascota un excelente compañero y esta relación se transformará en una privilegiada experiencia de formación, en la que irá ensayando valores como la confianza, la responsabilidad y la fidelidad.
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